Una contradicción que las duranguenses ya no están dispuestas a tolerar
5/19/20252 min read


Durango, Dgo. —
El discurso del Dr. José Ramón Enríquez sobre el respeto a las mujeres y su supuesto compromiso con la equidad ha quedado exhibido, una vez más, como lo que es: un guion aprendido, carente de coherencia y vacío de acciones verdaderas.
En días recientes, Enríquez organizó un evento deportivo con el que pretendía sumar simpatías. Para ello, volvió a invitar a Cuauhtémoc Blanco, exfutbolista y figura pública señalada en múltiples ocasiones por acusaciones de abuso y violencia de género. Lo hizo a pesar de que diputadas de Morena —el partido que lo abandera— le solicitaron públicamente que no trajera a personajes con este historial a Durango, mucho menos como representantes del partido en campaña.
La respuesta de Enríquez fue clara: ignorarlas.
Ignorar a las mujeres que alzaron la voz.
Ignorar que la política también es ética.
Ignorar que la memoria social está viva y que hoy más que nunca las mujeres observan, exigen y no olvidan.
A eso se suma el gasto millonario del evento. La renta del estadio, el costo del traslado y hospedaje del equipo del América, la producción publicitaria y el aparato de promoción que fracasó estrepitosamente. El resultado: un estadio semivacío, sin respuesta ciudadana, sin respaldo social. Un gasto desproporcionado en una ciudad donde las necesidades básicas siguen pendientes.
Y todo esto mientras circulan testimonios recientes de acoso laboral y violencia económica cometidos por el propio Enríquez hacia mujeres que trabajaron bajo su gestión. Mujeres que hoy —de forma anónima por temor— han comenzado a romper el silencio. Mujeres que han señalado cómo el entonces funcionario mitigaba el acoso con gestos disfrazados de cortesía, como regalos de girasoles, sin detener nunca la conducta inapropiada.
Hoy, Durango está frente a una paradoja inaceptable:
Un candidato que se presenta como defensor de las mujeres, pero que ha traído a campaña a personas señaladas por violentarlas.
Un hombre que promueve “la transformación”, pero sigue repitiendo patrones del pasado.
Un político que exige confianza, pero no da motivos para confiar.
Y mientras tanto, las mujeres de Durango alzan la voz:
“No queremos a quienes nos usan de discurso. Queremos a quienes nos respeten con hechos.”