“Ganador” del silencio, el derroche y la simulación
5/31/20252 min read


El candidato que ya se canta ganador… pero se calla cuando se le pide rendir cuentas
A un día de la jornada electoral, José Ramón Enríquez Herrera recorre medios y plazas con una sola narrativa: “Ya gané”. Un discurso vacío que busca instaurar una percepción de triunfo anticipado entre los indecisos. Pero la pregunta es: ¿qué es lo que realmente ha ganado?
Durante su gestión como presidente municipal de Durango (2016-2019), Enríquez dejó una estela de deudas millonarias, proveedores impagos, y servicios municipales colapsados. Las manifestaciones por falta de pago a uniformes escolares fueron solo la punta del iceberg. Empresas pequeñas quedaron en quiebra, mientras el entonces alcalde multiplicaba su vida de lujos.
¿Dónde está el dinero, doctor?
Mientras las finanzas municipales se tambaleaban, las cuentas personales del candidato crecían:
Su hija celebraba una boda fastuosa, mientras proveedores exigían pagos en la calle.
Su esposa tenía cargos públicos en la misma administración, lo que generó denuncias por conflicto de interés.
La supuesta “asesora” que lo acompañaba en giras, compartía hotel y agenda… pero nadie sabía a qué dependencia respondía.
Y a pesar de todo, su declaración patrimonial no cuadraba con sus gastos públicos.
No es casualidad que Morena lo haya sancionado internamente y que haya roto con la dirigencia nacional, tras acusar a su propio partido de “imposición” por no otorgarle candidaturas. ¿Cómo puede hablar de justicia, quien ni en su propio partido logró mantener la coherencia?
Ahora, ante el silencio electoral de los demás candidatos por veda, Enríquez grita su victoria como quien necesita convencerse a sí mismo. Pero lo que no dice es que:
Está bajo la lupa de medios y ciudadanos por su historial de desvíos.
Está manchado por señalamientos de derroche, amiguismo y clientelismo.
Está comprometido con intereses personales y familiares, no con Durango.
Este sábado, los duranguenses deben tenerlo claro:
el silencio de Enríquez no es casual, es conveniencia.
Y su “victoria anticipada” es solo eso: una cortina de humo para ocultar su pasado.
Porque un verdadero ganador no huye del escrutinio, ni necesita repetir que ya ganó.
Un verdadero líder rinde cuentas.
Y Enríquez, simplemente, no lo ha hecho.